los hijos de García Márquez “despiertan” al último “sobreviviente” de la obra de su padre
Aunque la vida no le alcanzó al Premio Nobel colombiano Gabriel García Márquez para ver su última novela, ‘En agosto nos vemos’, en los estantes de las librerías del mundo, desde este 6 de marzo, coincidiendo con el día de su nacimiento, millones de lectores de todo el mundo hispanoparlante podrán sumergirse en su páginas.
Aunque sea de manera póstuma, gracias los escritos que dejó tras de sí, el mundo podrá conocer la historia de Ana Magdalena Bach, una mujer cuyos viajes cada año a una isla del Caribe para visitar los restos de su madre, le brindarán la oportunidad de explorar sus deseos.
Una obra que no se sabe si hubiese salido a la luz si el colombiano estuviese vivo. A pesar de que estaba finalizada, no estaba revisada y Gabo nunca se la entregó a sus editores, debido a que faltaban ajustes, según dicen sus amigos cercanos y críticos.
Se sabe que la primera vez que el literato presentó en público esta novela fue en 1999, en una reunión del Foro de la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE), en la que leyó fragmento de un cuento corto que se llamaba ‘En agosto nos vemos’.
Al principio, se pensó que iba a ser publicada en formato de cuentos cortos, pero después no se supo más del proyecto. Nunca se entregó a una editorial.
Aunque Gabo estuvo “conforme” con una versión final, después ordenó destruirla, según cuentan sus hijos: «Este libro no sirve, hay que destruirlo». Sin embargo, decidieron archivarla.
No obstante, según Rodrigo García Barcha, su padre también solía repetir: “Cuando esté muerto, hagan lo que quieran” y siendo coherentes con esta último frase, 10 años después del fallecimiento del Nobel y 20 después de la publicación de su último libro, decidió junto a su hermano explicarle al mundo cómo deciden sacar a la luz al «último sobreviviente» de la obra de García Márquez.
La motivación
Rodrigo, junto a su hermano Gonzalo García Barcha y la editora Pilar Reyes, de Penguin Random House, presentaron el martes en la sede central del Instituto Cervantes, en Madrid, la novela póstuma de su padre, en una rueda de prensa presencial y virtual.
El año pasado, durante la feria del libro de Frankfurt, la familia ya había dado la noticia de que el último libro del Nobel colombiano sería publicado por Penguin Random House.
Una obra de 150 páginas y 6 capítulos, ya traducida a 40 lenguas, que en el día en el que el autor de ‘Cien años de soledad’ habría cumplido 97 años llegará al mundo hispano y el 12, a las librerías de Inglaterra, Estados Unidos, Francia y la India. En México será publicada por la editorial Planeta.
Un Gabo en sus cabales o lo hubiera terminado o lo hubiera destruido, para que no quedaran restos»
El hijo mayor del hijo ilustre de Aracataca (Magdalena, Colombia), aseguró que cuando su padre trabajaba en la obra con cierta regularidad, leían partes del libro. Y, cuando este se escaneó y se tuvo acceso a los cinco borradores, depositadas en el Harry Ransom Center de la Universidad de Texas (Estados Unidos), se despertó de nuevo la curiosidad en los hermanos.
“El libro estaba mucho mejor de lo que recordábamos, entonces empezamos a sospechar que al igual que Gabo había perdido la capacidad para escribir, también había perdido la capacidad para leer, entonces es posible que haya perdido la capacidad para juzgar el libro”, explicó, vía streaming, desde su casa en Los Ángeles.
Otro indicio que les pareció importante es que el creador de Macondo y relator de la tragedia de los Buendía, nunca lo destruyó, siendo este el destino final de las obras que no se editaban o que no terminaba, convirtiéndose entonces para él en una obra “ indescifrable».
«Un Gabo en sus cabales o lo hubiera terminado o lo hubiera destruido, para que no quedaran restos. De hecho, no hay más libros porque no hay más libros no terminados, este es el último sobreviviente», agregó.
De allí, que decidieran publicarlo. Además, que teniendo acceso a las versiones que albergan en Texas, el libro “ya no era una cosa secreta”.
“Llegó a un original final”
Gonzalo y Rodrigo García Barcha ratificaron que Cristóbal Pera, editor de esta obra, además de ‘Vivir para contarla’ (2002) y ‘Memoria de mis putas tristes’ (2004), no agregó ni una sola palabra. E, incluso, que Gabo le aseguró que el relato sí tenía un final y, además, se lo leyó.
“No se ha hecho un trabajo de edición hasta el punto que tener que agregarle frases a la novela. La novela estaba, si acaso, un poco dispersa, en un número determinado de originales, pero estaba completa y eso ha sido para nosotros muy importante”, aseguró Gonzalo, arquitecto e hijo menor de Gabo.
También señaló que el trabajo de Cristóbal fue recolectar los mecanuscritos que existían: “Llegó a un original final. Él mismo ha dicho que su trabajo se ha limitado a corroboración de datos, en fin… el tipo de trabajo que hace cualquier editor con cualquier escritor”, añadió.
Según los hijos de Gabo el libro fue el «fruto de su padre de un último esfuerzo por seguir creando contra viento y marea».
La novela
Le editorial Penguin Random House describe la novela como «un canto a la vida, a la resistencia del goce pese al paso del tiempo y al deseo femenino. Un regalo inesperado para los innumerables lectores del Nobel colombiano», quien falleció en México el 17 de abril de 2014.
Para Rodrigo, aunque Gabo “se consideraba un feminista en la manera en la que conducía su vida” y admiraba a muchas escritoras mujeres, como Virginia Woolf, Mercè Rodoreda, Toni Morrison, Gabriela Mistral, tiene muy pocas obras donde el personaje principal sea una mujer “de esta edad, con estas características”, y, en ese sentido, le animó a publicarlo porque “no se parece a otros libros, en cuanto a el mundo donde sucede y el personaje del que trata”.
También señaló que aunque no es una obra tan “pulida” como los últimos libros de su padre, guarda característica propias del autor: “Prosa preciosa, el conocimiento del ser humano, un poder de descripción, la creación de un persona, que además que nos gustaba mucho que fuera este personaje femenino, una historia tan feminista”.
Y que, incluso, hiciera un “muy buen trío” con sus últimas novelas cortas: ‘Del amor y otros demonios’ (1994) y ‘Memorias de mis putas tristes’.
Para Gonzalo, quizás es el libro que dejaron “dormir” y el hecho que ya no estuviera su madre, Mercedes Barcha, con vida “fue sin duda un factor en retomar la idea de publicarlo”.
“Creo que lo que hemos hecho es tratar de no dejar cabos sueltos. Hay una tendencia, yo creo que vinculada al duelo, desde luego en mi caso lo hay, de tratar de cerrar cabos que dejaron sueltos los padres”, afirmó.
Que este libro salga, añadió, lo “deja tranquilo en el sentido de que toda la obra de Gabo está a disposición de sus lectores”.
Y sentenció que, finalmente, son ellos los que “saldrán de la duda de si los hijos se equivocaron flagrantemente o no».
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