El último glaciar de Venezuela ha sido devastado por el cambio climático y ahora solo queda una roca desnuda y un pequeño trozo de hielo. A pesar de la opinión contraria de los expertos, el gobierno venezolano ha propuesto utilizar mantas geotérmicas para «salvar» el glaciar. Sin embargo, muchos científicos consideran que esta medida es ineficaz y que la desaparición del glaciar es irreversible.
Venezuela se convierte así en el primer país de la cordillera de Los Andes en perder todos sus glaciares. Hace más de un siglo, estos glaciares cubrían alrededor de 1.000 hectáreas de hielo. Ahora, solo queda un fragmento que representa el 0,4% de su tamaño original.
A pesar de la grave situación, el gobierno venezolano presentó un plan en diciembre pasado para revertir el deshielo utilizando mallas térmicas de polipropileno. Esta técnica ya ha sido utilizada en otros países para proteger pistas de esquí. El objetivo del plan es mantener la temperatura en la zona y evitar que el glaciar se derrita por completo.
Sin embargo, los expertos de la Universidad de Los Andes (ULA) tienen serias dudas sobre la efectividad de este proyecto. Según ellos, el glaciar conocido como La Corona, en el pico Humboldt, ya no puede considerarse como tal, ya que apenas le quedan dos hectáreas de las 450 que tenía originalmente. Además, un glaciar debe tener al menos 10 hectáreas según los estándares internacionales.
Julio César Centeno, asesor de la Conferencia de Naciones Unidas para Medio Ambiente y Desarrollo (UNCED), afirma que se está intentando proteger a un glaciar que ya no existe. Él y otros científicos planean solicitar a la corte suprema que detenga este proyecto, ya que consideran que no se ha realizado un estudio de impacto ambiental y no se ha consultado a la población como exige la ley. También advierten sobre el impacto ambiental que podría tener el deterioro de las mantas térmicas debido a la radiación solar y la lluvia, ya que podrían liberar microplásticos que se dispersarían en el suelo, los cultivos, las lagunas y el aire.
Además, Enrique La Marca, herpetólogo y ecólogo tropical, teme que el uso de las mantas térmicas afecte negativamente a las especies que han colonizado la roca, como musgos y líquenes, ya que no tendrían el oxígeno necesario para sobrevivir.
Aunque el gobierno ya ha llevado las mantas a la montaña, no se sabe cuándo serán instaladas. Algunas estimaciones indican que este pequeño trozo de hielo podría durar entre cuatro y cinco años, pero otros cálculos no le dan más de dos años.
La desaparición del glaciar también afectará al turismo de montaña, ya que la mayoría de las personas solían escalar el pico Humboldt a través del glaciar. Ahora, todo es roca y el terreno está tan deteriorado y lleno de grietas que representa un riesgo.
Con la pérdida de este último glaciar, queda la triste pregunta de si alguna vez volveremos a ver un glaciar en Venezuela.
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