Las autonómicas catalanas se disputan, una vez más, sin normativa electoral propia, lo que distorsiona el reparto de escaños en perjuicio de Barcelona, que en un sistema de verdad proporcional debería elegir unos quince escaños más de los que elige. Aun así, las encuestas muestran que en estos comicios se consolidará la ventaja electoral que el PSC logró hace tres años cuando, por apenas cincuenta mil votos, se convirtió en la fuerza más votada en el parlamento autonómico. Su capacidad para captar votos en los dos ejes que articulan estas elecciones (izquierda-derecha y nacionalismo-constitucionalismo) lo llevarán, según la encuesta que publica este periódico, por encima de los cuarenta diputados, muy lejos aún de los 68 diputados que garantizan la mayoría absoluta en el parque de la Ciudadela. Y es que Salvador Illa no solo es el líder más valorado, sino que es el preferido por los ciudadanos como presidente autonómico, muy por delante del huido Puigdemont.
Uno de los triunfadores de la noche podría ser el PP, que se recupera de la debacle de 2021 y podría llegar a multiplicar por cuatro o por cinco sus actuales tres escaños, captando apoyos del espectro no nacionalista, sobre todo de antiguos votantes de Ciudadanos. Vox resiste mejor que en otras regiones y parece consolidar su grupo parlamentario, quedando por delante de los Comunes en las cuatro circunscripciones. Finalmente, el otro ganador de la noche podría ser la extrema derecha nacionalista de Alianza Catalana, que podría llegar a debutar con hasta tres diputados en el Parlamento, ninguno de ellos por la circunscripción barcelonesa.
En el lado de los perdedores está sin duda Esquerra Republicana que no ha sabido capitalizar el liderazgo que otorga la presidencia y que, al quedarse en el entorno de los 25 escaños, cedería el testigo como primera fuerza nacionalista a la lista de Puigdemont, una lista con una fidelidad inquebrantable entre sus votantes. Fracasan también los Comunes, que bajan hasta los seis diputados, igual número al que desciende la extrema izquierda identitaria de la CUP. Ambas formaciones siguen transitando de manera despreocupada el camino hacia la irrelevancia que iniciaron en 2017.
Y un dato: el principal problema para los catalanes es el de la vivienda, seguido de la situación económica, temas de los que apenas se está hablando en la campaña. En pocos territorios como en Cataluña se nota tanto la burbuja, no solo identitaria, en la que viven sus élites…
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