Xóchitl Gálvez encarna una historia de superación: la de una niña de origen indígena que vendió gelatinas para sortear la pobreza, se convirtió en una empresaria exitosa y ahora es la carta de la oposición para gobernar México.
«En un camión como este me fui del pueblo para buscar suerte» en la capital, recuerda la política de centroderecha en un video de campaña, en el que viste uno de sus coloridos huipiles, la blusa tradicional indígena.
Nacida hace 61 años en Tepatepec, comunidad rural del estado de Hidalgo (centro), su infancia estuvo marcada por la violencia intrafamiliar, con un padre alcohólico, según cuentan ella y familiares.
«Llegaron a vivir aquí porque económicamente no les alcanzaba», dice su prima Norma Angélica Ruiz, odontóloga de 68 años, mientras recorre la casa de los abuelos que acogió a los Gálvez Ruiz y sus cinco hijos.
Ocupaban un cuarto donde aún cuelgan fotografías de Xóchitl adolescente con su familia.
«Mentira que eran tan pobres, es de las casas más grandes del pueblo», dice no obstante Dalila García, comerciante del mercado de Tepatepec.
Pero Ruiz muestra las huellas de la precariedad. «Como no había refrigerador, arriba, en esas vigas, se colgaban las famosas gelatinas en canastas».
– Desparpajo –
Los allegados a Gálvez reconocen la poca popularidad de la candidata en Tepatepec, donde hay más propaganda electoral de su rival de izquierda, Claudia Sheinbaum.
«En este pueblo, si eres exitoso, eres sospechoso», resume la prima.
A la «guereja», como la llamaban por su piel clara, la recuerdan poco juguetona y muy estudiosa. «En la secundaria aprendió a coser y luego le ensañaba a las mujeres» de comunidades empobrecidas, recuerda Ruiz.
En la época, Tepatepec solo tenía primaria, por lo que Gálvez tuvo que recorrer largas distancias para seguir estudiando.
De carácter desparpajado y hablar coloquial, ahora se contiene. «También debía haber una Xóchitl seria, la gente no quiere una presidenta que diga malas palabras», se justificó ante periodistas.
Con punzantes ataques contra Sheinbaum, a la que puso remoquetes como «dama de hielo» y «narcocandidata», acaparó reflectores en los debates presidenciales. Eso no la ayudó a repuntar en los sondeos, que la muestran 20 puntos porcentuales por detrás de su rival.
«Mientras tú a los diez años bailabas ballet, yo tenía que trabajar», lanzó a Sheinbaum, una física perteneciente a una familia de científicos de origen judío.
Analistas consideran que tras una larga y extenuante campaña ha perdido la frescura propia del «outsider», al tiempo que incurre en sonadas pifias.
Aplaudió el triunfo del polémico Javier Milei en Argentina, para luego tener que aclarar que ella no es de «extrema derecha».
Cuando buscaba responder a amenazas del candidato republicano Donald Trump de expulsar a los migrantes, insinuó que los mexicanos sólo lavan baños en Estados Unidos.
– Salto a la política –
A los 17 años llegó a vivir sola a Ciudad de México para estudiar en la estatal UNAM.
«Sólo quería ser ingeniera en computación y le atinó, en los ochenta era un ramo que empezaba», dice su prima.
Con equipo prestado inicialmente, formó una exitosa firma para equipar edificios inteligentes con jugosos contratos gubernamentales, lo que ha desatado acusaciones de corrupción.
Sin militancia partidista, en 2000 fue llamada por el presidente conservador Vicente Fox para coordinar la atención a los pueblos indígenas.
Habla con orgullo de su origen indígena: su padre era otomí y su madre mestiza. Su nombre significa «flor» en náhuatl.
Pero algunos aseguran que no tiene rasgos indígenas. «¿Tiene el ‘indiómetro’?», inquirió la opositora a un caricaturista que la cuestionó.
Llegó al Senado en 2018 y se perfilaba como candidata para la alcaldía capitalina.
Pero decidió buscar «la grande» hace un año cuando exigió al presidente Andrés Manuel López Obrador derecho de réplica para responder a sus ataques, y le cerraron las puertas del palacio.
«Se requieren ovarios para combatir el crimen y tengo los suficientes», indicó al criticar la política de seguridad del mandatario.
«A los machos como usted los asusta una mujer independiente e inteligente», dijo en otro mensaje dirigido a López Obrador.
Gálvez es respaldada por una coalición de los partidos tradicionales PAN, PRI (que gobernó durante siete décadas hasta 2000) y PRD.
Reservada sobre su vida familiar, es público que una hermana está encarcelada desde 2012 acusada de secuestro, aunque no ha sido enjuiciada.
«Se negó (a ayudarla), dijo que si era culpable que pagara», refiere su prima.
En la universidad conoció a Rubén Sánchez, con quien tuvo a sus hijos Diana y Juan Pablo, ahora veinteañeros.
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