La presa política cubana Yunaiky de la Caridad Linares Rodríguez fue trasladada a régimen de mayor severidad luego de permanecer varios días en una celda de castigo.
«Fue sacada ayer de la celda de castigo y hoy le dieron su llamada», dijo su madre Yurka (Niurka) Rodríguez García a Martí Noticias.
Según explicó, a la joven la trasladaron a régimen de mayor severidad por un año y, por ese mismo período, le prohibieron a ella visitarla por supuestamente faltarle el respeto a la directora del penal.
«Todo es una injusticia», comentó desesperada la mujer.
La activista Anamely Ramos detalló a nuestra redacción que Linares Rodríguez estuvo casi una semana «en celda de castigo con los brazos cortados, plantada por una protesta que hizo porque la habían trasladado a una galera con una presa con la que ya ella había tenido problemas».
«Sencillamente está harta de que desde la prisión instrumentalicen a presas comunes contra ella, de que traten de buscarle más problemas… Es una joven que ha sufrido mucho. Más de 3 años de prisión injusta ya se los siente en su cuerpo y en su psiquis, además de todas las torturas que ha vivido en la cárcel», agregó.
La madre de la presa política fue a la cárcel dos días después de la protesta de su hija para saber cómo estaba. «La directora de la prisión le dijo que la iban a revocar 1 año para el régimen de máxima severidad, lo cual le quitaría los pases que ella estaba teniendo y que realmente estaban significando un cambio bastante considerable en su ánimo y en su recuperación física», precisó Ramos.
La joven cumple una condena de ocho años de cárcel en la Prisión de Mujeres de Occidente, conocida como El Guatao, por participar en las protestas antigubernamentales del 11 y el 12 de julio de 2021 en Cuba.
La pasada semana su madre contó que su hija se había visto obligada a cruzar la cerca del campamento para buscar a la directora de la prisión porque la cambiaron de colectivo y la pusieron junto a una presa común con la que había tenido problemas en el pasado.
«La volvieron a poner en la galera donde está otra presa, común, con la que ella ya tuvo problemas y que posiblemente haya estado apoyada, sino instigada, por la Seguridad del Estado para molestarla», explicó la activista a nuestra redacción.
La joven tenía 24 años cuando fue encarcelada. Inicialmente la condenaron a 14 años de prisión por el delito de sedición. Tras apelar, la sentencia fue rebajada a ocho años.
En Cuba «hay un total de 1.113 prisioneros políticos y de conciencia sufriendo condenas judiciales o disposiciones de limitación de libertad», según el más reciente informe de ONG Prisoners Defenders.
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