Un cuarto de siglo después, los sobrevivientes aún recuerdan con horror la noche del 15 de diciembre de 1999, cuando lluvias torrenciales devastaron el estado Vargas (hoy La Guaira) en Venezuela.
Leidy Crespo tenía 23 años cuando presenció cómo la fuerza de la naturaleza arrasaba con todo a su paso. «Vi venir esa ola inmensa y no podía creerlo: era como estar en una película», relata a Infobae, recordando el momento en que el agua marrón comenzó a arrastrar autos y animales.
Las precipitaciones, que alcanzaron cifras récord en tan solo 72 horas, desbordaron ríos y quebradas, provocando aludes y deslizamientos de tierra que sepultaron a miles de personas. La Cruz Roja Internacional estima que las víctimas fatales podrían llegar a 50.000, aunque la cifra exacta aún se desconoce.
Leidy, junto a sus dos hijas pequeñas, se refugió en una casa abandonada. «Sabíamos que en algún momento iba a venir más agua, pero no qué cantidad», recuerda. La lucha por sobrevivir se convirtió en una odisea: cruzar ríos desbordados, caminar entre el lodo y los escombros, buscando refugio y tratando de no perder la esperanza.
El después: reconstrucción y trauma
La tragedia de Vargas dejó una profunda cicatriz en la memoria de quienes la vivieron. Más de 5.300 edificaciones fueron destruidas y miles de personas quedaron sin hogar. El costo de la reconstrucción superó los 1.700 millones de dólares, pero las secuelas emocionales persisten hasta hoy.
«Con que caiga agua en el techo, así sean cuatro gotas, eso me atormenta», confiesa Leidy, quien aún se estremece al recordar el sonido del agua y la desesperación de aquellos días.
A pesar del dolor y la pérdida, el espíritu de superación se impuso. «Nos tocó empezar de cero, pero aquí seguimos», afirma Leidy con orgullo, representando la resiliencia de un pueblo que se levantó de entre los escombros.
Un documental para recordar
En el marco del 25 aniversario de la tragedia, el fotógrafo venezolano Daril Jiménez estrenó el documental «Cuando el cerro se vino abajo», una serie de testimonios que buscan mantener viva la memoria de lo sucedido y rendir homenaje a los sobrevivientes.
A través de relatos como el de Leidy, el documental nos recuerda la importancia de la solidaridad y la esperanza en medio de la adversidad. La tragedia de Vargas, una herida que aún no cicatriza del todo, se convierte en un llamado a la prevención y a la conciencia sobre la fuerza de la naturaleza.
(Con informacon de Infobae)
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