El huracán Norma llegó a tierra el sábado por la tarde cerca del balneario pacífico de Los Cabos, en el extremo sur de la península mexicana de Baja California. Horas más tarde, el huracán Tammy tocó tierra en la isla caribeña de Barbuda. Ambas tormentas llegaron a tierra como huracanes de categoría 1.
Norma amenazaba el territorio continental mexicano con aguaceros e inundaciones rápidas el domingo por la mañana, según el reporte de las 3 de la madrugada del Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos en Miami.
El centro de Norma estaba unos 235 kilómetros al oeste de Culiacán, México, y unos 165 kilómetros al sur-suroeste de Los Mochis, México, y se desplazaba al norte-nordeste a 11 kilómetros por hora, con vientos máximos sostenidos de 95 kilómetros por hora.
El gobierno mexicano emitió una alerta de tormenta tropical para costa hacia el norte hasta Huatabampito, señaló el centro.
Por su parte, Tammy llegó a tierra el sábado por la noche con vientos de 140 kilómetros por hora. En un reporte a las 5 de la madrugada del domingo, el centro de huracanes dijo que el meteoro tenía su centro unos 115 km al norte-noroeste de Barbuda y unos 90 kilómetros al este-noreste de Anguilla.
Tammy se desplazaba al norte-noroeste a unos 17 kilómetros por hora y los avisos por huracán se mantenían activos para las islas de Barbuda, Anguilla, San Martín y San Bartolomé, mientras que los avisos por tormenta tropical para Saba y San Eustaquio se suspendieron.
Norma, que llegó a tener categoría 4, llegó a la costa con vientos de 130 kilómetros por hora cerca de Pozo de Cota, al oeste-noroeste de Cabo San Lucas. El sistema se debilitó después a tormenta tropical con vientos de 110 kilómetros por hora al atravesar la península de Baja California, según el centro.
Los comercios de Cabo San Lucas habían colocado desde el viernes láminas de madera contrachapada sobre sus ventanas y el personal del gobierno colgó pancartas en las que advertía a la gente que no intentara cruzar barrancos ni cauces de arroyos. Norma volvió a ganar fuerza el viernes.
El sábado por la noche no se habían reportado muertes por el meteoro, según dijo el presidente, Andrés Manuel López Obrador, en su cuenta oficial de X, antes Twitter.
En Cabo San Lucas, algunos turistas curiosos comenzaban a salir a playas salpicadas de restos tras el paso de la tormenta.
Las autoridades instaron a la gente a quedarse en casa el sábado por la noche. Aún había familias en albergues en Cabo San Lucas y San José del Cabo, aunque las autoridades no dijeron cuántas. Unas 200 personas estaban en refugios en La Paz.
El lento movimiento de la tormenta hacía prever importantes lluvias e inundaciones. Las precipitaciones podrían ir de los 15 a los 30 centímetros de agua, con un máximo de 45 cm en puntos del sur de Baja California y buena parte de Sinaloa.
John Cangialosi, especialista del NHC, dijo que la zona es vulnerable a la lluvia porque en general es una región seca. “Creemos que ése será el impacto más significativo que podría provocar inundaciones repentinas urbanas y corrimientos de tierra”.
El gobernador de Baja California Sur, Víctor Castro, alertó en X del riesgo de inundaciones por el lento avance de la tormenta.
Sin embargo, en un principio había pocos reportes de daños. Algunos árboles y tendidos eléctricos cayeron, pero no se informó de heridos.
La policía de San José del Cabo rescató a dos personas de su camioneta cuando una corriente de agua la arrastró a primera hora del sábado, mientras que zonas populares quedaron convertidas en pequeñas islas incomunicadas entre sí y rodeadas por cauces de agua. Algunas áreas se quedaron el sábado por la mañana sin energía eléctrica ni internet.
El gobierno federal envió 500 militares al enclave turístico para ayudar con los preparativos de la tormenta.
Para última hora de la mañana, las calles se veían salpicadas con hojas de palmeras y otros restos y básicamente estaban desiertas salvo por patrullas militares. Los fuertes vientos derribaban señales de tráfico, árboles y postes de luz.
Los hoteles de Los Cabos permanecían casi llenos, a tres cuartos de su capacidad, pero se habilitaron refugios tanto en las propias instalaciones como en escuelas. Según la presidenta de la Asociación de Hoteles, Lilzi Orci Fregoso, permanecen en la zona unos 30.000 turistas de diversas nacionalidades.
Los aeropuertos cerraron, aunque el responsable del aeropuerto de San José del Cabo, Francisco Villaseñor, dijo que esperaba que los vuelos pudieran reiniciarse a mediodía del domingo.
Mientras tanto, Tammy llegó dos semanas después de que la tormenta tropical Phillippe dejara entre 15 y 20 cm de lluvia y sumiera a Antigua y Barbuda en la oscuridad. Ahora se prevé que el nuevo ciclón arroje más de 30 centímetros de lluvia en la nación que quedó devastada en 2017 por el huracán Irma y que todavía se resentía por los daños de Phillippe.
“Esto supone que por lo tanto, la tierra aún está algo saturada y con lluvias adicionales, el riesgo de inundación es elevado”, advirtió el primer ministro, Gaston Browne, en un mensaje emitido el viernes. Instó a los residentes a tomar todas las medidas necesarias para asegurar la vida y las propiedades.
Las oficinas del gobierno, bancos y la mayoría de negocios no minoristas cerraron el viernes por la mañana para permitir que la gente se preparase. Los residentes se aprovisionaron, lo que provocó atascos en la capital, Saint John, y en torno a supermercados y centros comerciales populares.
Responsables de gestión de emergencias anunciaron que se abrirían unos 40 refugios en poblaciones de todo el país.