A unas 60 millas de Filadelfia, en el estado de Pensilvania, está Lancaster, la ciudad donde vive una de las comunidades de Amish más grande de Estados Unidos. Mientras recorro en el auto por las carreteras rodeadas de coloridos sembrados y animales, tengo la ilusión de haber entrado en una realidad paralela: hombres y mujeres visten a la moda de hace 150 años. Ellos llevan barbas, sombreros de paja y tirantes que sostienen sus pantalones; las damas usan largos y sobrios vestidos y el pelo cubierto con el Coif, un ajustado gorro sobre la cabeza que va atado a la barbilla de ellas, sin importar la edad que tengan.
Mientras avanzo a la velocidad permitida para una zona urbana, de hasta 55 kilómetros por hora, coincido en el camino con pintorescos carruajes tirados por caballos o buggies. conducidos por hombres Amish, que al parecer salieron de paseo de fin de semana con la esposa y varios hijos.
Aminoro el paso. Me sobrecoge cada detalle que veo, la tranquilidad en sus miradas y adopto sin apenas ser consciente este ritmo más lento, como de otro mundo.
Los Amish son un grupo etnorreligioso que se estableció en América del Norte y se trata de descendientes de inmigrantes alemanes y suizos que llegaron a la región entre finales siglo XVII y principios del XVIII.
Los primeros seguidores llegaron alrededor del año 1730 al condado de Lancaster, en el noreste de Estados Unidos, huyendo de la persecución a la que eran sometidos en Europa.
Además de la de Pensilvania, existen otras comunidades en los estados de Ohio e Indiana. También hay asentamientos de Amish en México y Canadá.
En todos estos sitios, son conocidos por su sencillo estilo de vida y su rechazo a adoptar las comodidades y las tecnologías modernas. Tienen varias creencias comunes con el protestantismo, como la separación de la Iglesia y el Estado, la no violencia y abogan por el bautismo en la adultez. Por eso se les considera anabaptistas: los Amish no creen que un niño debe ser bautizado por considerarlo un decisión personal.
Voz de América (VOA): Algunos fuera de la comunidad, los critican con el argumento de que los Amish se niegan a admitir el progreso y la tecnología, le digo al guía que conduce mi visita a la granja Amish, a la que llegan miles de visitantes cada año con la intención de conocer a esta comunidad.
«No queremos parar el progreso ni la tecnología, solo queremos que vaya más lento», me responde sin titubear.
De acuerdo con sus principios, por ejemplo, no conducen autos pero sí pueden viajar en taxis o ser trasladados por otros. Lucen como una comunidad cerrada y comprometida con sus reglas y filosofía de vida, sin embargo son amables con los visitantes. La mayoría vive en granjas, en el campo.
El interior de las viviendas resume el estilo de vida Amish: sencillas, sin decoraciones innecesarias ni adornos superfluos en las paredes. Viven solo con lo justo. No usan electricidad; funcionan con generadores de propano, y las lámparas se ponen en marcha con baterías o velas. Las habitaciones son una exhibición de austeridad. La mayoría de los muebles son elaborados por ellos a partir de la madera, entre ellos las mesas, sillas, camas, colgadores, ventanas.
No pude dejar Lancaster sin antes probar la comida de los Amish, en la que se mezclan la tradición culinaria de sus antepasados en Suiza y Alemania y la gastronomía estadounidense. Así no faltan platos de estofado, puré de patata, sopa de maíz, pollo frito, salchichas y dulces caseros. Mucha de lo que llega a la mesa de los Amish es cultivado por ellos en sus terrenos.
Susan Hougelman, autora del libro Inside the simple life: finding inspiration amont the Amish [Dentro de la vida simple: encontrando inspiración entre los Amish], repondió a preguntas a la Voz de América sobre la experiencia y acercamiento a una comunidad Amish que la condujo a publicar este texto, donde nos acerca a la vida y valores de los Amish de New Wilmington, en Pensilvania.
VOA– Si le preguntara, basándose en su experiencia, tres cosas que los que no pertenecemos a esta comunidad deberíamos adoptar de la vida Amish, ¿qué valores elegiría para construir un mundo mejor?
Susan Hougelman (SH): Los Amish valoran a Dios, la familia y la comunidad como sus principales prioridades. Creo que (en nuestra cultura) valoramos el éxito, ganar dinero y tener cosas bonitas por encima de cualquier otra cosa. Si alguien tiene una necesidad en la comunidad Amish, toda la comunidad se une para ayudar. No necesitan depender de un gobierno o de agencias, ¡dependen unos de otros! Las familias viven cerca unas de otras. Cuidan a sus mayores. No envían a sus ancianos a residencias de ancianos. Si alguien está enfermo, toda la comunidad ayudará a cuidarlo. Para los Amish las personas son mucho más importantes que las cosas.
Tienen un ritmo de vida mucho más lento que el nuestro. El caballo y la calesa les ayudan a mantener ese ritmo de vida lento. Tienen menos estrés y ansiedad que nosotros porque viven un ritmo de vida mucho más simple y lento que nosotros.
La razón por la que los Amish viven como lo hacen, sin tecnología moderna, es porque no quieren que el pecado entre en sus vidas. Saben que la televisión, las computadoras y los teléfonos celulares pueden ser buenos, pero también saben que a través de ellos entra mucho pecado, por eso no los quieren en sus hogares.
VOA-¿Qué es lo que más te sorprende de la vida Amish?
SH-Que son prósperos a pesar de no tener electricidad ni tecnología moderna. Saben lo que está pasando en el mundo a pesar de no tener televisores, ni computadoras, ni teléfonos móviles. Se comunican de boca en boca, escribiendo cartas y leyendo periódicos.
VOA– Como mujer, ¿qué es lo que más te impresionó de la vida, rutinas y costumbres de las mujeres de esta comunidad?
SH-Nunca se sienten solas. Están rodeadas de amigos, familiares y niños. Creo que nos hemos convertido en una sociedad solitaria. Son muy sociables y se reúnen en sus casas, comen, ríen y disfrutan de la compañía de las demás. ¡Se cuidan unas a otras, se ayudan, viven en comunidad! ¡Me encanta eso de las mujeres [Amish]!
VOA– En nuestra cultura, cuanto más estudiamos, más éxito deberíamos tener. Sin embargo, los Amish estudian hasta el séptimo grado y son muy prósperos. Según su experiencia, ¿a qué atribuye este éxito?
SH-Van a la escuela hasta el octavo grado. ¡Su educación en la escuela termina allí, pero su educación para la vida apenas comienza! En lugar de ir a la escuela secundaria y/o a la universidad, aprenden un oficio siendo aprendices de otro adulto, generalmente su padre u otro miembro de la familia. Seguirán a los adultos de los que aprenderán durante varios años. Se les da mucha más responsabilidad que la que les damos a nuestros hijos. A menudo se verá a los niños dirigiendo su negocio familiar, aprenden matemáticas manejando transacciones en efectivo, tratando con clientes, etc. ¡Aprenden haciendo y funciona! ¡Son prósperos y exitosos desde una edad temprana!
VOA-Según las estadísticas, un número importante de adolescentes amish deciden a los 16 años quedarse en la comunidad, aunque se les permite salir al mundo exterior. ¿A qué crees que se debe esta permanencia y sentido de pertenencia?
SH– Creo que si estuviéramos rodeados de familiares y amigos y tuviéramos tanto amor y apoyo, sería muy difícil dejar nuestra comunidad también. ¡Se aman y se cuidan muy bien y saben que eso es lo más importante en nuestro mundo!
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