Catorce artistas están cumpliendo prisión política en Cuba, 12 de ellos apresados por participar en las protestas populares de 11 de julio de 2021, de acuerdo a una investigación del Observatorio de Derechos Culturales (ODC), una organización que monitorea, analiza y denuncia la censura contra artistas e intelectuales cubanos.
“Cuando decimos artistas nos estamos refiriendo no solo a personas que vivan del arte, que su profesión sea el arte, sino personas que tienen habilidades artísticas, y que las desarrollaron antes de estar presas, que podían actuar en algún lugar, que mostraban de alguna manera lo que hacían. Hay algunos que son autodidactas, otros sí estudiaron arte, algunos ya ni siquiera lo practicaban demasiado”, indicó a Martí Noticias Anamelys Ramos, integrante de la institución independiente.
“Hemos manejado un criterio amplio de artista para dar entrada a dinámicas que son muy importantes dentro de la cultura de un país y que no siempre son reconocidas por determinados circuitos, porque también el circuito del arte tiende, un poco, al elitismo. Nuestra idea de cultura y nuestra idea de creación es mucho más amplia”, precisó la activista y curadora de arte.
Los derechos culturales, planteados en los artículos 22 y 27 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, consisten en que “toda persona tiene derecho a tomar parte libremente en la vida cultural de la comunidad, a gozar de las artes y a participar en el progreso científico y en los beneficios que de él resulten”.
Igualmente, están contenidos en los artículos 3 y 15 del Pacto Internacional de los Derechos Económicos Sociales y Culturales.
Estos derechos han sido suprimidos o restringidos por el gobierno cubano desde 1959, considera el Observatorio de Derechos Culturales.
La Constitución cubana estipula que el Estado «promueve la libertad de creación artística en todas sus formas de expresión, conforme a los principios humanistas en que se sustenta la política cultural del Estado y los valores de la sociedad socialista».
Dos de los 14 artistas compilados por el Observatorio de Derechos Culturales, son mujeres: la poetisa María Cristina Garrido Rodríguez, de Quivicán, Mayabeque, y la artista visual Jessica Lisbeth Torres Calvo, tatuadora, grafitera y modelo en Holguín.
El resto son hombres jóvenes, con edades que oscilan entre los 20 y los 40 años:
Dayán Flores Brito, conocido como Yan Crey, repartero, La Habana.
Ibrahim Domínguez Aguilar, rapero de Contramaestre, Santiago de Cuba.
Marlon Hitachi Paz Bravo, rapero de Guanabacoa, La Habana.
Randy Arteaga Rivera, rapero de Santa Clara, Villaclara.
Luis Manuel Otero Alcántara, artista audiovisual de La Habana.
Rolando Sardiñas Fernández, rapero de Colón, Matanzas.
Wilmer Moreno Suárez ( Mister Will D’Cuba), cantante y compositor de La Habana.
Angel Miguel Martín Caro, artista visual y tatuador de Bejucal, Artemisa.
Juan Enrique Pérez Sánchez, músico de Nueva Paz, Mayabeque.
Marcos Antonio Pintueles Marrero, músico urbano de Holguín.
Yasmani González Valdés, rapero de La Habana.
Maykel Castillo Pérez “El Osorbo”, rapero de La Habana, coautor de la canción Patria y Vida.
Ramos apuntó que muchos de los compilados en la lista del ODC eran, antes de ir a prisión, músicos urbanos que usaban las redes sociales para crear y difundir su música, grabando en estudios de barrio y también distribuyendo a través de redes espontáneas que se crearon en Cuba, algunas semiclandestinas.
“Son espacios de expresión, sobre todo en un país donde el poder totalitario intenta acapararlo todo y controlarlo todo, regularlo todo, y siempre hay espacios que se escapan de ese control y esos espacios hay que acompañarlos, que ayudarlos a crecer y, por supuesto, hay que acompañar a las personas que luego sufren consecuencias por hacer algo independiente, como es el caso de estos muchachos que salieron a la calle y ocuparon otro tipo de rol cívico, hay que acompañar también las consecuencias que en su caso es la prisión, una prisión, por supuesto injusta”.
Para lograr ese objetivo, la organización cultural lleva a cabo una campaña con el fin de dar mayor visibilidad a los artistas cubanos que están encarcelados.
“Ese es el sentido de la campaña, acompañar a estos artistas y hacer notar que no solo es la vida de personas la que se afecta, lo cual ya por si solo es un motivo fuerte para denunciar, pero no solo es eso, es que también se afecta los espacios culturales y las alianzas culturales que podrían vivir y respirar si estuviéramos en un país en democracia”, puntualizó la especialista.
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