Tras seis días de acampada en Huixtla, en el Estado de Chiapas, y ante la negativa del Instituto Nacional de Migración (INM) de acceder a sus demandas, la caravana de migrantes que salió de Tapachula el pasado 30 de octubre reanudó rumbo norte hacia la frontera con Estados Unidos.
“Llegar a EEUU es nuestro objetivo. Ahí tengo a mis hijos que llegaron hace mes y medio. No tengo a nadie más en Cuba”, dijo a Martí Noticias la cubana Yimara, originaria de Santa Clara, quien viaja acompañada de su esposo, su nuera, su nieto y su tía.
Yimara salió de Tapachula en una segunda caravana para unirse a los migrantes del primer movimiento que llegó a Huixtla y se asentó en el domo de la municipalidad.
Para ella y su familia ha sido una experiencia única, aunque la caminata de 50 kilómetros le ha ocasionado fatiga y ampollas en los pies.
“Le doy gracias a Dios por esta caravana y toda esta gente linda que viene aquí. Lo mejor es que somos muchas nacionalidades y nos ayudamos unos a los otros. El que toque a uno tiene que tocar a todos, por eso nos sentimos protegidos”, comentó la mujer, quien asegura que trabajó por muchos años como agente de seguridad y protección en Santa Clara.
En representación de los migrantes de Centroamérica, Venezuela, Cuba y otras nacionalidades, Irineo Mujica, director de la organización no gubernamental, Pueblos Sin Fronteras, dijo que funcionarios del INM en Huixtla le informaron que no concederían el documento que solicitan los migrantes para viajar por el territorio mexicano sin ser detenidos y por esa razón, decidieron continuar viaje.
Se trata del documento “Fórmula Migratoria Múltiple» (FMM), válido por 40 días, y que permitiría a los portadores transitar por el territorio nacional.
“Quiero que mi nieto crezca con su papá en EEUU. Esto es por su futuro”, dijo Yimara.
A su lado, su nuera Yira, de 21 años, sostiene en los brazos a su hijo de tres años.
“Su papá está en EEUU y hacia allá voy”, dijo.
Por su lado, Mujica indicó que ya la caravana, la mayor que transita por el sur del país este año, la componen 10.000 personas y que en la jornada de este miércoles se disponen a transitar un tramo de aproximadamente 30 kilómetros hasta la localidad de Escuintla, también en Chiapas.
Hasta el momento, las autoridades no han impedido la marcha de la caravana, aunque es seguida de cerca por la Guardia Nacional y agentes de migración.
En el pasado, grupos defensores de los derechos de los migrantes han denunciado el uso excesivo de la fuerza por las autoridades mexicanas al tratar de dispersar las caravanas migratorias.
“Lo que estamos teniendo en México en general, son movimientos mixtos, es decir, grupos de migrantes importantes que salen de su país para mejorar la vida, por ejemplo, mejorar su situación económica, salir de la pobreza, y dentro de estos grupos están los refugiados, personas que huyen de situaciones de violencia, de persecución, de conflictos armados, de situación de pandillas”, dijo a Martí Noticias, Pierre Marc-Reneé, portavoz de la Agencia de Naciones Unidas para Refugiados, (ACNUR).
El proceso de solicitud de refugio en México corre a cargo de la Comisión Mexicana para Atención a Refugiados (COMAR). En el caso de Tapachula, dada la demora del trámite, muchos migrantes optan por salir de la ciudad, único lugar en que, según las regulaciones, pueden residir sin temor a la deportación.
“Las personas tienen que quedarse en el Estado en que presentaron la solicitud hasta que termine el proceso. Se considera abandono si salen del Estado. Y si llegan a un punto migratorio donde piden identificaciones, corren el riesgo de ser deportados, aunque no deberían, pero al final es considerado abandono del proceso”, dijo el portavoz encargado de la divulgación de los asuntos de ACNUR en el sureste de México.
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