Los mayores del lugar se acordarán de un concurso televisivo de los 90 que consistía en acertar el precio exacto de un producto. Presentado por el mítico Joaquín Prats, el programa comenzaba con un recordado gesto con su mano derecha mientras gritaba ¡a jugar! Han pasado 30 años y ya no se emite este formato, pero miles de españoles recordamos el concurso del precio justo ahora que comienza la campaña de la renta. Lo explico rápidamente.
Hasta el primero de julio habrá tiempo para regularizar el IRPF con la Hacienda pública con la certidumbre de que habrá que pagar más a la vista de los informes que que conocimos la semana pasada. El servicio oficial de estadística europea ha confirmado que en España en los últimos cinco años la presión fiscal ha subido 30 veces más que la media de la Unión Europea. La suma de impuestos, cotizaciones, nuevas figuras recaudatorias y la desaparición de las rebajas del IVA y otras ayudas como la de la gasolina, sitúa a los españoles como los europeos con mayores alzas de impuestos.
Nada que deba sorprendernos porque este Gobierno se ha jactado con la ministra de Hacienda de portavoz de que hay que subir los impuestos para financiar los crecientes gastos del estado. Montero defiende que hay margen para alcanzar los impuestos de alemanes o franceses, olvidando que no tenemos la riqueza de esas naciones. Lo de los nuevos tributos a los bancos y las eléctricas ya lo sabíamos porque se han empeñado en recordárnoslo, pero me temo que ahora en la campaña del IRPF nos daremos cuenta, en primera persona, de las subidas en la renta y en las contribuciones extraordinarias para pagar las pensiones.
Al mismo tiempo, las peticiones para actualizar las tarifas impositivas a la subida de los precios no han sido tenidas en cuenta por el Gobierno. No es fácil de entender, así que aquí va un resumen: mientras los españoles, fruto de la inflación y de estos impuestos, tenemos cada vez menos dinero en la cartera, el Gobierno ha recaudado como nunca en la historia de la Hacienda pública española.
En este contexto ha de entenderse la petición del presidente de los empresarios para que la nómina llegue a los trabajadores sin descontar impuestos, de modo que así millones de empleados se diesen cuenta de la cantidad de impuestos y contribuciones que pagamos al Estado. Nada como verlo en tus cuentas corrientes (y no en las ajenas).
En cualquier caso, como nada de esto va a pasar, ni los impuestos bajarán ni la nómina nos llegará integra, nos toca gritar rememorando a aquel presentador de los años 90: ¡a pagar! Esa es la única certeza en los próximos meses para millones de españoles, aunque la renta te salga a devolver (enhorabuena) pagaremos todos los días más impuestos indirectos como el IVA y otros impuestos invisibles asociados a la subida de los precios.
Que la inflación no abra ya los informativos no oculta que acumulamos dos años de subidas de los precios en los alimentos; y eso unido a que en las nóminas nos retienen más y más dinero, cada vez somos más pobres. Y las arcas públicas a rebosar. Qué nostalgia de ese precio justo con el que se titulaba el concurso, quizás así podría equilibrarse mejor el dinero del bolsillo y el dinero de Hacienda.
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