El 1 de enero de 2025, Cuba implementó una modificación importante en su sistema de aduanas, anunciando que los aranceles de importación se cobrarían en dólares estadounidenses o su equivalente en otras monedas convertibles en ciertos casos.
Esta decisión, incluida en un Decreto-Ley modificativo, ha generado una serie de inquietudes y expectativas sobre sus implicaciones para la economía cubana, la ciudadanía y las relaciones comerciales internacionales.
En un contexto de crisis económica prolongada y escasez de divisas, esta medida podría ser vista como un paso hacia una mayor dolarización de la economía, pero también abre interrogantes sobre su efectividad y sus consecuencias sociales.
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¿Por qué esta medida?
Según el gobierno cubano, la modificación surge de la experiencia adquirida en la aplicación de la normativa anterior, que permitía el pago de aranceles en pesos cubanos, calculado sobre el valor de importación en dólares.
La nueva disposición, que autoriza a las autoridades aduaneras a cobrar en dólares en situaciones específicas, responde a la necesidad de simplificar el proceso y hacer frente a las restricciones económicas que enfrenta el país, derivadas principalmente de la escasez de divisas fuertes y la creciente inflación interna. Sin embargo, la medida plantea varias interrogantes sobre sus verdaderos objetivos y su impacto.
Impacto en la ciudadanía y en las importaciones
El pago de aranceles en dólares no es algo nuevo en la práctica cubana. Desde la liberalización parcial de la economía en los últimos años, el uso de la moneda estadounidense ha crecido, sobre todo en el sector privado, donde muchos servicios y productos se comercializan en dólares debido a la falta de estabilidad de la moneda nacional.
Sin embargo, la imposición de pagos en dólares para productos importados, aunque supuestamente se aplicará «en los casos que se determine», podría aumentar la brecha entre quienes tienen acceso a divisas y aquellos que dependen exclusivamente del peso cubano, cuya depreciación ha sido constante en los últimos años.
El anuncio también ha sido recibido con escepticismo por parte de los ciudadanos, quienes ya enfrentan un costo de vida elevado y una inflación que ha impactado principalmente en los bienes esenciales.
Para muchos cubanos, los productos importados son considerados de primera necesidad, y la obligación de pagar los aranceles en dólares podría hacer que los productos sean aún más caros.
En un país donde el salario promedio apenas alcanza los 10 USD mensuales, estas políticas sólo podrían agravar la exclusión económica de las clases más desfavorecidas.
Un paso hacia la dolarización total: ¿solución o parcho?
A pesar de la retórica oficial de que esta medida responde a un “ajuste necesario” en la política económica, la posibilidad de que la Aduana de Cuba comience a cobrar aranceles en dólares es un indicio claro de que el país podría estar avanzando hacia una dolarización parcial.
La adopción de dólares en diversas transacciones económicas, desde la compra de productos hasta los pagos de aranceles, podría facilitar las operaciones comerciales internacionales de Cuba en un contexto de creciente aislamiento financiero y escasez de reservas internacionales.
Sin embargo, esto también podría reforzar la dependencia de la economía cubana de factores externos, como la estabilidad del dólar, y agravar aún más las desigualdades sociales internas.
La falta de acceso equitativo a divisas crea un mercado paralelo donde las personas que tienen acceso a dólares o euros se benefician de precios más estables, mientras que los que no tienen acceso a estas monedas se ven obligados a lidiar con el valor fluctuante del peso cubano, lo que incrementa la inflación interna.
La preocupación por el mercado negro y la transparencia
Otro aspecto de esta reforma es el aumento de las facultades del Ministerio de Finanzas y Precios para establecer aranceles específicos y variar las escalas tarifarias según los “intereses de la nación”.
Esto genera incertidumbre sobre la transparencia en la aplicación de la medida. En un país donde el mercado negro de divisas y bienes es una realidad cotidiana, esta medida podría fomentar aún más la especulación y los arbitrajes financieros.
A pesar de la promesa de que las reformas apuntan a “fortalecer la economía nacional”, la falta de confianza en las instituciones y la corrupción arraigada podrían dificultar la implementación efectiva de esta política.
Un paso hacia la modernización, pero con incertidumbres
Si bien la medida de cobrar los aranceles en dólares podría ser vista como un intento de hacer frente a la crisis de divisas que enfrenta Cuba, la realidad es que esta reforma es solo una parte de un problema mucho más grande.
La escasez de productos básicos, la inflación desmedida y la creciente polarización económica entre quienes tienen acceso a divisas y quienes no, continúan siendo desafíos fundamentales.
La dolarización parcial podría ayudar en algunos casos específicos, pero en última instancia, la medida podría profundizar las desigualdades sociales y económicas dentro de la isla. Solo el tiempo dirá si este nuevo enfoque de la Aduana cubana será una solución sostenible o simplemente un paliativo temporal en medio de una crisis estructural más profunda.
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