Las autoridades de la prisión de Guanajay decomisaron un libro al preso político Denis Hernández Ramírez porque tenía escrita a mano en su portada una frase antigubernamental.
Se trata de un Diccionario español italiano, italiano español que el joven usaba para auxiliarse en sus estudios de la lengua romance y así prepararse para el futuro y consumir el largo tiempo de reclusión.
“Yo estudio inglés e italiano y, entonces, en un libro de italiano que yo tenía, en una esquinita del libro, escribí ‘Abajo la dictadura’. Parece que hay quien dijo que yo tenía escrito eso, entró un guardia y me confiscaron el libro. Lo hice porque así lo siento y lo quiero escribir. Es mi libro, son mis cosas”, relató, desde su centro de reclusión, el prisionero, en conversación telefónica con Martí Noticias.
Hernández Ramírez cumple una sentencia de seis años de privación de libertad por los presuntos delitos de desacato y desórdenes públicos luego de que participara en las protestas populares del 11 de julio de 2021 en su pueblo natal, San Antonio de los Baños, donde se inició el levantamiento social.
El derecho a la instrucción y el entretenimiento de los reos está previsto en las Reglas Mínimas del Tratamiento a los Reclusos de Naciones Unidas, cuando promueve y estimula la lectura en los reclusos.
Por otra parte, el deterioro de las condiciones de vida en el país, la escasez de alimentos y medicinas se multiplica en las cárceles. A diario familiares de presos políticos desesperados denuncian la grave situación alimentaria de los privados de libertad, a los que, además, han reducido a la mitad la ración de alimentos.
“La comida en la Prisión de Guanajay está entrando con gusanos, lo que es la pasta, porque no tenemos dieta balanceada, solamente tenemos pasta de harina para el almuerzo y la comida. Este miércoles dieron un huevo, pero hacía cuatro días que estábamos comiendo pasta. Es una mezcla de harina con agua que no tiene sabor ninguno. La dieta del preso no tiene vitaminas, ni minerales, a veces algo de proteína, cuando dan huevo. También el caldo y el arroz que nos dan tienen gusanos. Parece que lo mezclan todo ahí”, afirmó Hernández Ramírez.
“Si nos quejamos, nos tumban de teléfono. El otro día aquí, en la prisión de Guanajay, nos quejamos con el reeducador sobre la comida con gusanos y la medida que tomó fue restringirnos el teléfono. Nos tumbó las llamadas a nuestros familiares, que es lo único que nos alienta aquí”, dijo.
Por reglamento, los presos deben recibir un trato digno, incluida la alimentación, que debe responder en cantidad, calidad y condiciones de higiene a una nutrición adecuada y suficiente.
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