Carmen Linares desconoce que en El Salvador se han instalado varios mercados móviles donde la verdura y la fruta se vende más barata. Tiene 52 años. En su casa no hay televisión con señal de cable y rara vez usa su celular salvo para las llamadas.
Tardó un par de días en darse cuenta que desde el 6 de julio, el presidente salvadoreño Nayib Bukele ordenó a los comerciantes bajar el precio de los alimentos sin discusión. Tampoco ha logrado comprar alimentos más económicos recientemente.
“Hace poco supe que los precios de la comida iban a bajar, pero la verdad es que no han bajado mucho. Yo suelo comprar en las tiendas o en los camiones que venden la fruta de manera ambulante y al menos la verdura sigue casi al mismo precio. Como ve, toca comprar menos”, dijo a la Voz de América.
El aprieto en el que se hallan las familias salvadoreñas para comprar los alimentos con un salario mínimo de 365 dólares mensuales es hoy un punto en la mira del gobierno salvadoreño: el presidente Nayib Bukele le ordenó a los comerciantes bajar los precios de los alimentos so pena de ser procesados penalmente por contrabando y evasión de impuestos.
“A los señores importadores, mayoristas, distribuidores y comercializadores de alimentos que están abusando, bajen los precios de la comida o habrá problemas”. Fue el ultimátum que dio Bukele en una cadena nacional de radio y televisión el pasado 5 de julio.
Mientras Bukele espera a que los precios bajen, su gobierno dispuso de varios mercados móviles, un programa del Ministerio de Agricultura, donde se venden los alimentos sin intermediarios, y por ende, a mejores precios.
Pero la advertencia no le ha sentado bien al gremio agropecuario, el cual no ve viable bajar los precios de los alimentos sin antes darle solución a las razones del porqué El Salvador vende caro su alimento.
Uno de los grandes peros que señalan los agricultores es que El Salvador tiene una baja producción agrícola y una alta dependencia del producto importado, es decir, compra alimento producido en otros países y con otros costos.
Según Luis Treminio, presidente de la Cámara Salvadoreña de Pequeños y Medianos Productores Agropecuarios, la producción del último ciclo agrícola en El Salvador (2023 – 2024) ha sido la más baja de los últimos siete años, y enumera varias causas: el cambio climático, la mano de obra cada vez más cara y escasa, el alquiler de la tierra más alto, los insumos agrícolas más caros y la falta de apoyo de los últimos cuatro gobiernos salvadoreños para impulsar la agricultura.
Además, El Salvador es el segundo país de Centroamérica con el mayor déficit en la producción de alimentos, seguido de Panamá, según un informe publicado en diciembre de 2022 por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Programa Mundial de Alimentos (WFP, por sus siglas en inglés).
Según Treminio, los agricultores salvadoreños llevan 20 años buscando que se apruebe una Política Nacional Agropecuaria que incluya una reserva de alimentos con la que se pueda controlar el precio del mercado para que cuando la demanda aumente, se obtenga el producto de la reserva para estabilizar el precio y evitar el aumento desmedido.
Además, han solicitado a los gobiernos que incentiven la siembra propia apoyando a los agricultores de subsistencia cuando se pierdan las cosechas por lluvias o sequías. También que se protejan los cultivos mediante reservorios para captar agua lluvia cuando la sequía aceche.
Pero no solo buscan anticiparse a las crisis. También, los agricultores salvadoreños esperan que el Centro Nacional de Tecnología Agropecuaria y Forestal (CENTA), una institución pública salvadoreña, logre cambiar, con ayuda de la tecnología, la forma tradicional de cultivo en El Salvador, por ejemplo, usando menos abono químico y más biofertilizantes orgánicos que son más amigables con el medioambiente y más económicos.
“El presidente Bukele está siendo mal asesorado. La situación que hay que resolver primero es la situación de la producción. No se puede imponer al productor que venda más barato cuando está produciendo a precios más caros. Si quiere controlar el precio de los alimentos, que primero controle el precio de los insumos agrícolas para que el productor produzca a bajo costo y venda a bajo precio”, dijo Treminio a la VOA.
Pero Bukele presiona con abrir casos penales por evasión de impuestos y contrabando contra aquellos que no bajen los precios de los alimentos. Una amenaza que alcanza, incluso, a las grandes cadenas de supermercados, de capital nacional y extranjero, a las que ya investigan por sus precios de venta al público.
La Defensoría del Consumidor, una institución pública de El Salvador, asegura tener en la mira 60 casos de incremento injustificado de precios en algunos productos de la canasta básica.
Pero los datos oficiales de inflación, los cuales miden el aumento del precio en los bienes y servicios, indican la comida es el bien con el mayor aumento de precio en El Salvador. De los 12 productos y servicios que componen la economía salvadoreña, la comida marca una tasa de inflación del 3,63 a junio de 2024, el doble frente a 1,48 de la totalidad de productos.
Además, la canasta básica pasó de 200,02 dólares en 2019, cuando Bukele asumió su primer mandato como presidente, a 256,02 dólares actualmente. Según un sondeo de opinión de la Universidad Francisco Gavidia (UFG), el 64,3 % de los salvadoreños “ha bajado el consumo de algunos productos o servicios debido al aumento de los precios”.
Inicialmente, la pandemia del COVID-19 hizo que la producción de bienes y servicios en el mundo se redujera, impactando la inflación a nivel mundial.
Para el economista Rafael Lemus, las economías poco dependientes del mercado internacional lograron sortear de mejor manera esa crisis. No ha sido el caso de algunos países como El Salvador, cuya economía es netamente importadora, es decir, depende del precio que le ponga el mercado internacional a su producto. Por lo que una «amenaza» a los comerciantes no soluciona el problema de raíz.
«La economía no funciona a base de amenazas, funciona a base de incentivos y apoyos. Sí hay mecanismos para regular precios bajo ciertas condiciones, por ejemplo, que los importadores sean pocos y de esa manera se pueda dar un seguimiento con factura, es decir, a cuánto le compró a los importadores y luego a cómo lo están vendiendo a los distribuidores», dijo a la VOA.
Según el Banco Central de Reserva de El Salvador, en 2022, el país importó 116 millones de dólares en frutas y otros comestibles, mientras que exportó solo 7 millones de dólares en ese rubro. Para 2023, la importación de frutas aumentó a 123 millones de dólares versus una exportación equivalente a 5 millones de dólares.
Una realidad de importación que golpeó duro al país centroamericano a finales de 2023, cuando su vecino Guatemala entró en paro nacional apretando la economía no solo de los guatemaltecos sino la El Salvador cuya dependencia de los alimentos ronda entre el 60 % y el 90 %.
Según datos oficiales, los países a los que más les compra productos El Salvador son Estados Unidos, la República Popular China y Guatemala, este último es el país de donde proviene la mayoría de las frutas y hortalizas que se consumen en El Salvador.
“Es buena la iniciativa de proteger a los consumidores en cuestiones de las alzas a los precios. No obstante, se debe tomar en cuenta que los principales productos de consumo para los salvadoreños provienen de Guatemala, y en Guatemala hay ahora mismo una especulación de precios. (…) El Salvador debería consensuar esas medidas con el gobierno de Guatemala para que se puedan regular los precios y evitar un efecto rebote para los salvadoreños”, agregó a la VOA, el ingeniero agrónomo Douglas González.
La sequía y las constantes lluvias registradas entre junio y julio han provocado que agricultores en Guatemala aumenten el precio de los productos, según González, hecho que ya le impacta a la economía salvadoreña.
El Salvador no es el único país de la región que ha buscado controlar los precios recientemente. Cuba ha establecido un tope de precio máximo a varios productos de la canasta básica en un intento por contener una tendencia inflacionaria.
Por otro lado, Javier Milei, uno de los principales aliados de Bukele en la región, ha optado por hacer lo contrario al mandatario salvadoreño: desregular la economía en Argentina quitando el control del Estado sobre los precios.
«Tenemos una deuda pendiente en El Salvador: que haya un ente regulador que controle los precios y que sea el mismo Estado que lo rija . Como estamos, no se puede. Somos un país dependiente de la producción de otros países, por lo tanto no es tan sencillo bajar los precios», agregó a la VOA Katia Aguilar, integrante de la Mesa por la Soberanía Alimentaria en El Salvador y coordinadora de procesos agroecológicos de la Unidad Ecológica Salvadoreña (UNES).
Para Bukele, el encarecimiento de los alimentos en El Salvador es ya una crisis, con influencia no solo del mercado internacional sino también por abuso del mercado local. Con su gabinete de gobierno busca bajar los precios advirtiendo de consecuencias por supuestas ilegalidades que asegura han identificado en la comercialización de los alimentos.
¡Conéctate con la Voz de América! Suscríbete a nuestros canales deYouTube, WhatsApp y al newsletter. Activa las notificaciones y síguenos en Facebook, X e Instagram.
https://gdb.voanews.com/2472DFFF-3CF1-45C2-8E70-1568A2456ADA.jpg
#Cuán #viable #control #precio #los #alimentos #Salvador
Source link