Con Informacion de PRODAVINCI
Los desafíos del cambio político son gigantescos. Lo entiende a cabalidad, el candidato opositor, Edmundo González Urrutia*. Venezuela es un país quebrado. Incluso, moralmente. No podremos superar la crisis si nos anclamos en el pasado. Hay que allanar el camino, y romper con las viejas formas de hacer política, para que los mejores lleguen a un gobierno que sea para todos.
María Corina Machado es una líder indiscutible, que ganó abrumadoramente la elección primaria. Tiene un enorme caudal político y electoral. “Por supuesto, será convocada a formar parte del gobierno”, dice González Urrutia. Nadie puede bajar los brazos, porque el triunfalismo es mal consejero.
Un vehículo comunicacional, político, integrador, sin maquinarias, para llegar a la meta.
La fórmula electoral que usted encabeza, en este momento, ¿está funcionando?
Si tomamos en cuenta las mediciones de opinión que están llegando, yo diría que sí. Está funcionando muy bien. Las encuestas del pasado miércoles nos colocan con un poco más del 60 por ciento. Lo que marca una diferencia con el adversario relativamente importante. Pero no me guío por eso, porque el triunfalismo es mal consejero. Nosotros estamos trabajando como si estuviéramos arrancando la carrera. Estamos poniendo mucha atención en todo. Mi esposa me está acompañando en algunas actividades. Te advierto que tanto para mí como para ella esto es algo inédito. Yo nunca había participado en una elección de un cargo popular, de ningún tipo. Ni siquiera en la universidad, que es cuando quizás pude estar más cerca de la política. Cuando fuimos (el martes pasado) a un ancianato en las Minas de Baruta, aquello era una alegría y eso es algo que estoy notando cada vez más, en el calor humano de la gente, en las respuestas, en la calle. Todo el mundo con alegría, con simpatía, con entusiasmo, y eso nos da aliento.
¿Pero usted está consciente de lo que dice la gente? ¿Que todos conocen a María Corina, pero no a Edmundo González Urrutia?
No me conocen en buena medida y tienen razón, porque yo nunca he estado en la palestra pública, aunque sí lo estuve en el año en que Venezuela fue sede de la Cumbre Iberoamericana y yo era el secretario pro tempore. Actividades en todo el país, promoviendo los temas centrales de la declaración final de la Cumbre. Estuve cuatro años como director general de Política Internacional de la Cancillería. Ahí tenía un posicionamiento público sobre los temas centrales de la agenda de política exterior. Lo que pasa es que no hacía política en la calle, como candidato de nada.
Lo que pasa es que la diplomacia siempre es muy discreta.
Exactamente. Y tiene un rasgo que me lo han dicho y me lo ponderan mucho, que es la prudencia. Son cosas que han guiado mi actuación en estas nuevas lides.
El Consejo Nacional Electoral acaba de retirarle la invitación a la Unión Europea con vistas a las elecciones del 28 de julio. Uno observa detenidamente el tarjetón electoral y entiende que esta elección no es competitiva: el señor Nicolás Maduro aparece en 13 casillas y usted en tres. Uno escucha que aquí puede pasar cualquier cosa.
Lo que ocurre, a mí manera de ver, es que el gobierno está empezando a sacar los dientes al cancelar la invitación a la Unión Europea. Eso es una manifestación de debilidad. Ayer le estaban dando la bienvenida. Hoy le sacan la alfombra y le dicen que no vengan. Eso también es una contradicción que tienen entre ellos, muy posiblemente discusiones internas. En todo caso, eso lo que revela es la debilidad del régimen.
Una cosa que preocupa es el encuentro entre los venezolanos. A mí me parece que es algo muy difícil, porque nos vamos a reconciliar con un gobierno que tiene una gran responsabilidad en la grave crisis que estamos viviendo.
Si tomas en cuenta la experiencia de países que han atravesado por circunstancias similares -Suráfrica, Polonia, Chile, Brasil, Argentina-, tú adviertes que no puedes vivir permanentemente con un adversario al que consideras un enemigo, con el que ni siquiera puedes hablar. Tiene que haber un reencuentro. Las heridas quedan por un largo tiempo. Yo conozco bien el caso argentino, donde hubo 30 mil muertos y desaparecidos. Era una sociedad antagónica, donde no se hablaban. Tuvieron que buscar una mesa de encuentro y de esa experiencia se publicó un libro (titulado) Nunca más. Veamos el caso chileno. ¿Cuántos años no pasó la sociedad chilena dividida, a raíz de la dictadura de Pinochet? Hubo necesidad de buscar una fórmula para reencontrase, los unos y los otros.
Hay un paréntesis entre la elección y la entrega del poder. Es algo muy llamativo, muy curioso. Son seis meses en los que el señor Nicolás Maduro va a seguir gobernando. Ya no se trata de comisiones de enlaces entre un gobierno que sale y uno que entra, como las conocimos en el pasado, sino de lo que uno intuye que podría ser una negociación. ¿Usted está consciente de eso?
Absolutamente. Has dicho una palabra clave en tu planteamiento. Nosotros pensamos que la magnitud y el alcance de nuestra victoria el 28 de julio va a ser tal, que eso va a obligar al gobierno a sentarse y entenderse con nosotros. Son realidades y la realidad no la puedes desconocer. Puede que no te guste, pero el señor ganó con una diferencia de votos abrumadora, si las cosas suceden como nosotros esperamos.
¿Qué asuntos o temas llevaría para esas negociaciones?
Sobre hipótesis es difícil hablar en este momento. Pero, repito, si la magnitud de nuestra victoria es como la esperamos, habrá que sentarse y decir: Bueno, señores, aquí están los números y esta es la realidad política en este momento. ¿El país puede continuar como veníamos antes o estamos dispuestos a negociar, a conversar y a iniciar una transición? Digamos, ya de cara a que un gobierno electo pueda iniciar a tomar medidas. Y quizás hasta se negocia una salida anticipada. ¿Por qué no?
¿En el gobierno que, eventualmente, usted presidirá habrá persecuciones? ¿Se va a judicializar la política? María Corina Machado ha moderado su discurso, pero en un momento fue muy radical. ¿Qué cabría esperar?
Ese término lo ha aplicado mucho este gobierno, con respecto a nosotros: a las tarjetas, a los partidos… María Corina es una líder nacional muy importante. Ganó ampliamente las elecciones primarias. Su liderazgo goza de una amplia simpatía a nivel nacional. Basta ver las movilizaciones, la campaña que ha hecho en el interior del país, aquello no se había visto en mucho tiempo. Ella jugará el papel que le corresponda en el nuevo gobierno. Por supuesto, será invitada a formar parte de él. Son realidades que van surgiendo. Habrá que tomar decisiones en el momento. Sin duda, ella es una líder nacional y tiene un caudal político y electoral importantísimo.
Desde el año 2013 hay un apagón de las estadísticas. No sabemos cuál es el monto de las reservas internacionales, por ejemplo. O el de mortalidad infantil o de pobreza crítica. Incluso, el índice de homicidios. Seguramente, habrá que abrir esa caja negra.
Tienes razón en parte. Sin embargo, allí están los estudios de Encovi. Un muestreo muy riguroso que va al fondo de la realidad económica y social de Venezuela. La fotografía de dónde estamos en este momento es muy clara. Adicionalmente, hay otras fuentes de información. Pero Encovi es un estudio muy respetado y lo que dice ahí es una bomba para el gobierno.
Lo que dice ahí es que Venezuela es un país destartalado.
Destartalado, un Estado fallido.
Usted podría estar en su casa, viviendo su retiro.
¿El reposo del guerrero?
Ciertamente, a todos los venezolanos nos tocó enfrentar una época en la cual no hay respiro, no hay descanso. Obligados a hacer un esfuerzo supremo por el país y por nuestra propia sobrevivencia. Y lo que se asoma desde Miraflores es un país destruido. Es la urgencia de reconstruir y rehacer el país. ¿Cómo lo visualiza usted?
Nosotros tenemos antecedentes que puedes ubicar. Uno de ellos es el Plan País que se formuló hace unos años. Un estudio y un diagnóstico completo de la realidad venezolana. Tenemos, además, equipos de trabajo que están analizando la crisis económica y social de Venezuela, desde hace meses. Y cuáles medidas habría que aplicar cuando lleguemos al gobierno. Todo está en dos documentos fundamentales. Uno, Venezuela Tierra de Gracia y el otro es un resumen, quizás, del Plan País que hizo la Plataforma Unitaria. Allí están las acciones que debería tomar el gobierno para enfrentar ese drama, social y económico, y abarca las raíces de la crisis generalizada que nos agobia.
Pareciera que todo está resuelto alrededor de lo que es la oposición. Hay un silencio que podría interpretarse como un gran apoyo y respaldo a su candidatura. Pero el día después, cuando se tomen las medidas, cuando se apliquen las políticas y se evalúen los problemas. ¿Vamos a ver la misma cohesión, y respaldo en la oposición venezolana?
Nosotros estamos apostando a que el triunfo que vamos a obtener en las urnas, sea el inicio de una gran apertura nacional para convocar a los mejores, gobernar con los mejores y gobernar para todos, sin excepciones. Eso como punto inicial, como motor de arranque. No habrá una repetición de la vieja política, en la que un partido gobernaba con los suyos. Tomemos en cuenta que esto es una empresa nacional. Una tarea de todos para salir del hoyo en el que estamos metidos. La tarea, como la describías antes, es enorme. No solamente en lo económico, sino en lo moral. Aquí hay un descalabro moral impresionante. Cuando te ven con tu pareja, cuando haces cosas sensatas, la gente lo valora, lo entiende favorablemente, lo veo en los mensajes que me llegan y ahí es donde está la semilla para tú poder convocar una gran unidad nacional.
De alguna manera, estamos en una encrucijada, semejante a la de 1959. ¿Cómo le damos continuidad a un proyecto político de largo plazo? ¿Cómo podemos estar contestes, como diría un político, con ese programa?
Dentro del proceso político, tenemos que buscar un consenso nacional, en torno a los asuntos fundamentales para salir de la crisis. No podemos seguir pensando en modelos del pasado, en coaliciones imperfectas, por llamarlas de alguna forma. Yo no sé si el mismo gobierno está conteste, para utilizar tu expresión, de la magnitud de esta tragedia. Por supuesto que lo está, lo que pasa es que la disfraza. Y más en este momento, que estamos montados en una campaña electoral. Sin ir más lejos, yo cumplí 30 años de servicio en la función pública. Por lo tanto, me asistía el derecho a una jubilación. Mi pensión, que podría ser la de un profesor titular universitario, no llega a cinco dólares y con eso no compro ni una hamburguesa. Actualmente, no podemos hablar de un salario, sino de unos bonos que no tienen incidencia en la antigüedad y la jubilación de un trabajador. Esta es una fotografía de la crisis, pero podríamos mostrar muchas más. Entonces, tenemos que buscar ese consenso que atraiga la mejor voluntad de los venezolanos.
¿Qué papel van a jugar las Fuerzas Armadas? Desde la época de Bolívar, los militares se han sentido los garantes de la vida nacional.
Las Fuerzas Armadas siguen jugando un papel fundamental y cuidado si no decisivo en algunos momentos. Ese es un tema muy complejo, porque tenemos 25 años de adoctrinamiento. Los jóvenes que ingresaron a la Academia Militar (a partir de ese año) lo que tienen en el disco duro es el lenguaje revolucionario. La machaca de la revolución bolivariana. Eso hay que cambiarlo, por supuesto. Tú no lo puedes hacer de un día para el otro. Pero tenemos que ir gradualmente, buscando que la doctrina militar sea el sostén y el resguardo de los intereses de la nación. Que vuelvan a su papel institucional, como lo estipula el artículo 328 de la Constitución. Nada de estar vendiendo pollos y guarapitas en el mercado.
Rómulo Betancourt metió a los militares en los cuarteles, ahora que están en la calle. ¿Quién los va a meter?
Un gobierno que sitúe a los militares en el marco de la Constitución. Y darles el papel que le corresponde: recuperar los territorios que hoy están en manos de la guerrilla, de los paramilitares, de los antivalores. Garantes de la integridad territorial y la soberanía nacional. Ahora, eso pasa por un proceso de reinstitucionalización, porque como le digo, la doctrina bolivariana es en buena medida lo que los ha llevado, en estos 25 años, a ejercer funciones que no son propias de las Fuerzas Armadas. Ellos pueden ser eficientes en algunas ramas de la función pública. Históricamente lo han sido. ¿El general (Rafael Alfonzo) Ravard no estuvo en PDVSA un buen tiempo y fue un modelo de administración? Y así puede haber otros ejemplos. Eso es lo que hay que rescatar.
Hablando de la función pública. Aquí cada quien tiene que resolver sus necesidades de salud, educación y seguridad, como pueda. Los primeros que lo entendieron fueron los sectores populares que le impusieron al gobierno la dolarización de la economía. Vivimos bajo la ley de la selva.
El Estado tiene que recuperar su papel rector en las políticas públicas. ¿Cuántas necesidades tiene la población? El Estado no puede solventar esas necesidades solo, tiene que convocar al sector privado. Es un esfuerzo gigantesco. Entonces, tenemos que llamar a una gran campaña nacional, entre otras cosas, porque la situación de deterioro es tal, que necesitamos el concurso del sector público y el sector privado para sacar al país del atolladero en el que estamos.
¿Dirigirse al pueblo de Venezuela o dirigirse al chavismo?
Dirigirse a los venezolanos. Yo creo que tenemos que dejar atrás ese enfoque, en el que el adversario es un enemigo. El chavismo, el antichavismo, nosotros tenemos que superar esa dicotomía. De lo contrario no vamos a encontrar el camino de la reconciliación. Lo nuestro es más que todo ideológico. No hemos llegado, como en otros países, a conflictos armados, al asesinato, a los desaparecidos. Y aún así, lograron superarlo.
No podemos restarle magnitud a lo que aquí ha sucedido. Aquí hay gente que ha muerto por inacción del Estado. Hay más de 300 presos políticos. Hay unos testimonios que son lacerantes.
Yo me reuní, hace dos o tres semanas, con los familiares de los presos políticos y aquellas narraciones eran espeluznantes. Una muchacha joven, describiéndome cómo la violaron con un palo de escoba. Y así muchos testimonios más. ¿Cómo es posible que vivamos eso en la Venezuela del 2024? En algunos casos, habrá que apelar a la justicia transicional para que haya una reparación a las víctimas. Para que esto no se vuelva a repetir.
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*Internacionalista por la Universidad Central de Venezuela. Maestría en Relaciones Internacionales, American University. Entre 1972 y 2002 ejerció diversas posiciones en las delegaciones diplomáticas de Venezuela en distintos países, en la carrera diplomática al completo (Bélgica, Estados Unidos, El Salvador, Argentina, Reino Unido y Argelia). Entre 1990 y 1991, fue director del Comité de Coordinación y Planificación Estratégica del Ministerio de Relaciones Exteriores y, entre 1994 y 1998, director de Política Internacional del Ministerio de Relaciones Exteriores. Escritor y compilador de 25 obras. Entre 2009 y 2012. Mesa de la Unidad Democrática, cofundador de Relaciones Internacionales.
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