Fue en mitad del sabbat, el día de descanso judío, que comienza al atardecer del viernes, que Hamás perpetró su brutal ataque en Israel, el pasado 7 de octubre, que costó la vida a más de un millar de civiles, también una cifra entonces indeterminada de secuestrados. Hoy, tres semanas después, familias y amigos de los más de 200 rehenes del grupo islamista celebraron esta tradicional comida, pero esta vez, sin comensales.
En la plaza del ayuntamiento de la ciudad de Herzeliya, al norte de Tel Aviv, se preparó una larga mesa engalanada para el ágape. Sobre el respaldo de las sillas, se colocaron las fotos de los más de 229 secuestrados. Entre carteles que rezan «traedlos a casa», también había espacio para la mesa de los niños, con enormes osos de peluche de diferentes colores, en homenaje a la treintena de menores que se calcula Hamás tomó como rehenes.
«No sabemos si está vivo o muerto», cuenta entre lágrimas Shalhav Kimhi, tía de Ron Scherman, un joven soldado de 19 años que es encontraba de servicio en uno de los cruces controlados por Israel, supervisando las mercancías que entraban en la Franja de Gaza.
Todavía emocionada al hablar de él, Shalhav cuenta que lo único que la familia sabe sobre el paradero de Ron es que Hamás lo tomó como rehén estando vivo, según pudieron ver en los vídeos difundidos por las Brigadas al Qasam -brazo armado del grupo islamista- en su canal de Telegram ese mismo día del ataque.
«Tiene asma y no puede vivir sin su inhalador. No sabemos si está vivo o si tiene con él su inhalador. Solo sabemos que la Cruz Roja aún no está ahí. No tenemos ninguna información. Solo queremos que lo traigan de vuelta ya. Que el Gobierno recabe la ayuda de el mundo entero para ello», contó a la Voz de América.
La cifra confirmada de personas secuestradas en Gaza por Hamás no para de subir. El Ejército israelí informó este viernes de que son ya 229 los rehenes que el grupo islamista tiene en cautiverio desde hace tres semanas.
Según Shalhav, el gobierno debe sentarse a negociar ya la entrega de los rehenes, y traerlos de vuelta «sin condiciones».
Desde que empezó la guerra a consecuencia del ataque de Hamás, la información sobre el estado de los rehenes es confusa y sale a cuenta gotas. Hamás liberó hace tres días a dos ancianas israelíes de 85 y 79 años, «por razones humanitarias» y hace una semana a una madre y una hija estadounidenses.
Éstas no han hecho declaraciones a los medios. Mientras que una de las ancianas ofreció una rueda de prensa desde el hospital donde recibió atención médica tras su liberación, Yocheved Lifshitz, describió como la secuestraron del kibutz de Nir Oz, la llevaron en moto hasta el enclave, le golpearon con palos y la metieron en los túneles de Hamás.
Según Lifshitz, los hombres de Hamás se preocuparon luego por el estado de salud de los secuestrados y les daban de comer al menos una vez al día. Pero el grupo también asegura que 50 rehenes han muerto a consecuencia de los bombardeos israelíes, una información sin verificar pero que causa mucho desasosiego entre sus seres queridos y allegados.
«Queremos que vuelva nuestra mejor amiga. La extrañamos. No sabemos… No sabemos dónde está o si está bien», contaba la joven Lior Azuz, pero su discurso se interrumpe por en llanto de rabia e impotencia.
Lior es íntima amiga de Maya Regev, de 21 años, desde que hicieron juntas el servicio militar obligatorio en Israel. Maya fue con su hermano Itay, de 18, al festival de música electrónica de Reim, donde Hamás masacró a más de 260 jóvenes, y secuestró a decenas, entre ellos estos hermanos.
«Solo querían bailar, vivir la vida», apostilla Lior.
Entre las familias hay miedo y tristeza, pero también frustración, por lo que muchos ven como inacción del gobierno, y rabia, por que Hamás les ha arrebatado a un ser querido. En el caso de Ilan Zecharia impera la rabia contra el grupo islamista.
«Queremos que liberen a todos los rehenes. Se llevaron a mucha gente: bebés, madres, abuelas… Los sacaron de sus camas, los golpearon, los torturaron y se los llevaron a Gaza», apunta el tío de Eden Zecharia, una mujer de 28 años también secuestrada en el festival de Reim. Un testigo superviviente contó a la familia que se la llevaron herida.
«¿Qué se debe hacer ahora? No lo sé, dejo esa respuesta a los estadistas, al gobierno y a la comunidad internacional. Pero como yo lo veo, el 6 de octubre todo el mundo estaba bien, la gente en Gaza estaba también perfectamente bien. A la mañana siguiente, el día 7, todo cambió para peor a ambos lados», concluyó.