Las cotorras argentinas no pasan inadvertidas en la capital chilena, Santiago: son coloridas, ruidosas y territoriales. Con su plumaje verde claro y pecho grisáceo estas aves han ido conquistando diversas ciudades por su capacidad para formar colonias y la nula presencia de un depredador natural.
Es un hecho que, a medida que avanzan, la biodiversidad retrocede. De hecho, de las 392 especies de loros que hay en el mundo, la cotorra argentina o Myiopsitta monachus (dentro de la familia de los loros y papagayos) es la única con capacidad de armarse su propio nido, el que puede alcanzar 200 kilos de peso y una altura de 15 metros, de acuerdo con Mauricio Fabry, jefe del departamento de medio ambiente de Santiago de Chile.
Fabry explicó, por ejemplo, que entre los efectos más preocupantes de esta especie está esa capacidad de hacer grandísimos nidos. Con ese peso, uno de los riesgos es que se pueden desprender de los árboles y caer en tierra. Dijo incluso que estos nidos, por su gran peso, podrían derribar un árbol.
“Las cotorras argentinas aprovechan la vegetación exótica y de gran altura introducida en la ciudad para poner sus nidos, lo cuales pueden caer y presentar un problema para la ciudadanía”, dijo Fabry a la Voz de América.
Desde la década de 1970 existen registros de la presencia de la cotorra argentina en Chile. Desde entonces fue catalogada como una especie invasora capaz de afectar gravemente el ecosistema y a la fauna nativa.
“El problema con las cotorras argentinas es que viven en grupos sociales muy grandes. Consumen mucho alimento. Un ave que no circula en grupos tan grandes de las que habitan en la ciudad se siente desplazada; les quitan sus espacios, sus alimentos y, efectivamente, lo que hacen es desplazar a otras especies de la ciudad”, dijo a la VOA Nelida Pohl, directora de comunicación del Instituto de Ecología y Biodiversidad.
Aunque suelen parecer inofensivas, las cotorras argentinas también pueden afectar la calidad de vida de los seres humanos, debido a los contantes gorjeos y por la caída de los nidos.
El impacto en los seres humanos
De acuerdo con expertos consultados, el más grave impacto de estas aves lo provocan a los seres humanos. En mayo pasado, la alcaldía de Providencia comenzó a liderar un equipo municipal para hacer frente a la situación.
Para ello, la Municipalidad de Providencia integra a la Facultad de Ciencias Veterinarias y Pecuarias (Favet) a la Universidad de Chile. La iniciativa está encaminada a impulsar diversas actividades educativas y difundir información relevante para la población en materia de tenencia responsable de estas aves, bienestar animal y salud pública.
«Escandalosas»
Vecinos de un céntrico barrio de Santiago de Chile, que conviven con un nido de cotorras argentinas, a menudo se ven impactados por el ruido que producen estas aves.
“Hacen unos escándalos, gritan, son super ruidosas… todo el mundo sabe que hay porque hacen un escándalo…”, dijo Ana González, quien reside en el barrio de Providencia, en la capital chilena.
Científicos estudian las vocalizaciones de estas aves
Estos sonidos que emiten las cotorras argentinas y que molestan a residentes de países como Chile no han pasado inadvertidos para los científicos. Un estudio divulgado por The Royal Society –una organización que data de la década de 1660 y dedicada desde entonces a reconocer, promover y apoyar la excelencia en la ciencia y fomentar el desarrollo y uso de esta en beneficio de la humanidad, registró 5.599 vocalizaciones de 229 de estas cotorras.
El estudio titulado «Evidencia de distintivos vocales y sello de voz en un loro salvaje» determinó que «algunas especies tienen su distintivo de grupo y dialectos claros, mientras que otras parecen tener características individuales mucho más pronunciadas en sus llamadas de contacto».
En la investigación que tomó dos años en Barcelona, España, participaron entre otros Simeon Q. Smeele, del Max Planck Institute of Animal Behavior, Radolfzell, de Alemania y Juan Carlos Senar, del Museo de Ciencias Naturales de Barcelona, proporcionó -de acuerdo con sus conclusiones- la primera evidencia de un sello o distintivo de sonido individual en múltiples tipos de los llamados loros.
«Regularlas no estaría mal»
Tomás García, residente en Santiago de Chile, dijo que las cotorras argentinas llegaron a su casa incluso antes que él: “Yo llegué a este lugar y las cotorras ya estaban aquí».
García dijo que vive en un tercer piso, en un edificio del barrio de Providencia y aunque prefiere vivir en «un entorno con animales, que sin ellos», la convivencia con las cotorras argentinas es un reto.
«La verdad es que me acostumbré al ruido de ellas, vivimos frente a una avenida con mucho ruido de autos (…) ahora, soy consciente de lo invasivas que son y sí, bueno, si eso pudiera regularse de una manera pasiva, no estaría mal tampoco”, afirmó.
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