El Observatorio de Libertad Académica (OLA) examinó en su más reciente informe la distorsión progresiva del ejercicio del magisterio en Cuba desde 1959 hasta la actualidad.
El cuadragésimo informe de OLA muestra el “proceso de desmontaje de los establecimientos pedagógicos democráticos y su sustitución por ‘fábricas’ de maestros-soldados, instrumento adoctrinador también orientado hacia el extranjero”.
“En este informe el Observatorio de Libertad Académica analiza el proceso de evolución de la escuela cubana después del triunfo de la revolución en enero de 1959 y el proceso de autocratización política que lleva a un estado totalitario. En este sentido, el punto de partida es el proceso de cierre de las escuelas normales”, indicó a Martí Noticias, el Máster en Ciencias Históricas Leonardo Fernández Otaño, investigador de la organización que tiene su sede principal en Miami.
“Debemos señalar que las escuelas normales iniciaron a finales del siglo XIX en Cuba y que constituyen uno de los grandes referentes de las escuelas cubanas por cuanto formaron generaciones de maestros en la más fiel tradición pedagógica cubana, buscando soluciones pedagógicas nacionales basadas en la tradición de grandes pedagogos como Alfredo Aguayo y Enrique José Varona”, agregó.
De acuerdo al informe, la instauración de la Ley de Reforma Integral de la Enseñanza desembocó en la aplicación y práctica de una política despótica en materia educativa refrendada por la Constitución de 1976.
Con la Carta Magna del 76, se consagra el sistema educativo asentado en la ideología marxista leninista y se institucionaliza la participación obligatoria en actividades políticas, sociales y militares, a la vez que se regula la creación artística y la actividad docente dentro de “los principios revolucionarios”.
“A inicio de la década de los 60, Fidel Castro clausura estas escuelas y va introduciendo un plan de educación con la creación de «los Makarenkos», maestros formados en la más rancia pedagogía soviética estalinista y que después va a ir evolucionando con la creación de las escuelas al campo y la militarización del modelo educativo cubano”, señaló el especialista.
En 1992 se funda el destacamento Manuel Ascunce Domenech, que, con el posterior nacimiento de otros como el Destacamento de Ciencias Médicas Carlos J. Finlay, crean “una educación cerrada, militarizada y que se van a concretar luego en la exportación de los servicios educativos cubanos a países aliados, tanto que tuvieran gobiernos autocráticos, como fue el caso de Venezuela, o países con procesos de descomposición democrática y que eran aliados de La Habana”, subrayó Fernández Otaño.
La investigación destaca a dos víctimas de discriminación en el campo del magisterio castigados por acercarse a líderes del movimiento opositor cubano. Se trata esta vez de la actualmente activista y periodista independiente Gladys Linares, expulsada de su empleo a finales de la década del 80 y Esquizander Benítez Moya, al que se le cesó su contrato como maestro en 2013, luego de entrevistarse con el líder de la Unión Patriótica de Cuba, José Daniel Ferrer, hoy en prisión.
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