El turista ruso Serguei Boyaryshnic recorría asombrado con su familia las calles adoquinadas de La Habana Vieja entre deteriorados edificios de color pastel.
«Hemos oído mucho sobre Cuba», dijo. «Nuestros países han sido amigos desde hace muchos años», agregó el residente en Moscú, que visitaba por primera vez la isla caribeña.
Boyaryshnic, de 36 años, caminaba junto a un grupo pequeño de turistas por La Habana. «Nos encanta todo (y) si alguien te pregunta si ir o no: que venga a Cuba y compruebe», añadió.
Cuba ha comenzado recientemente a ofrecer nuevos beneficios para atraer a visitantes como Boyaryshnic de países aliados como Rusia y China, en un intento por reanimar un sector turístico aún estancado que lucha por recuperarse tras la pandemia de COVID-19.
Esto ha significado más vuelos, a veces directos, desde Rusia y China, la eliminación de requisitos de visa para los viajeros chinos y la reciente decisión de Cuba de aceptar las tarjetas de pago Mir rusas, con lo que se convierte en uno de los pocos países que se unirán a la alternativa de Moscú a Visa y Mastercard.
La estrategia ha dado algunos dividendos.
Más de 66.000 rusos visitaron la isla en los primeros tres meses del año, según reportes de medios estatales, una cifra aún modesta pero el doble del mismo período de 2023, uno de los pocos puntos brillantes en el horizonte.
Las duras sanciones de Estados Unidos impuestas por el expresidente Donald Trump contribuyeron a una fuerte reducción de visitantes estadounidenses a la isla, mientras las llegadas de muchos países europeos también han caído, según los datos estatales, un hueco que La Habana ha luchado por contrarrestar.
No obstante, la apuesta creciente por mercados lejanos, como por ejemplo un vuelo desde Pekín con escala en Madrid, requiere 24 horas o más de viaje y no es suficiente para compensar una reciente caída de viajeros de Europa, indicó Paolo Spadoni, profesor de la Universidad de Augusta en Estados Unidos y experto en turismo cubano.
«Es una posibilidad remota», dijo Spadoni. Los turistas de «China y de Rusia pueden proporcionar cierto alivio en el corto plazo, pero es muy poco probable que compensen el contingente perdido de visitantes europeos y americanos».
Ese dilema, agrega Spadoni, significa que es poco probable que Cuba cumpla su objetivo de atraer 3,2 millones de visitantes en 2024. Él estima que la isla recibirá entre 2,6 millones y 2,7 millones de turistas este año.
Una mañana de un día laborable en La Habana Vieja, un sitio declarado patrimonio por la ONU y uno de los destinos turísticos más famosos de América Latina, estaba inquietantemente en silencio.
Las señales de una industria que no acaba de repuntar estaban por todas partes. Vestíbulos de hoteles y restaurantes que alguna vez fueron populares entre los extranjeros, ahora están casi vacíos.
Y las playas cercanas de arena blanca ven pocos visitantes internacionales. En el aeropuerto de La Habana, los taxistas se quejan de que con frecuencia esperan todo el día por un solo cliente.
Migdalia González, una vendedora ambulante de 55 años en La Habana Vieja, dijo que había notado más turistas rusos y chinos que en años anteriores, pero tampoco eran grandes fanáticos a las empanadas que ella vende.
«El movimiento por acá de turistas en estos momentos está por el piso», dijo González, mientras exhibía su mercancía en las manos.
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