La administración de Estados Unidos, encabezada por el presidente Joe Biden, no respalda la propuesta en discusión del G20 de imponer un impuesto global a las ganancias de los superricos. En su lugar, prefiere mantener un sistema de impuestos progresivos basados en los ingresos dentro del país.
La secretaria del Tesoro de Estados Unidos, Janet Yellen, afirmó que si bien están a favor de los impuestos progresivos, no apoyan la idea de un acuerdo global para gravar a los multimillonarios y redistribuir sus ganancias. Según Yellen, esto es algo que no pueden firmar.
Aunque algunos líderes de grandes economías, como Francia y Brasil, respaldan la propuesta de imponer un impuesto mundial a los activos de los ultrarricos, es poco probable que el plan se implemente sin el apoyo de Estados Unidos.
Es interesante notar que la posición de Estados Unidos en relación a los impuestos globales a los multimillonarios contrasta con su apoyo a un impuesto mínimo global a las empresas internacionales, en el cual Yellen participó en las negociaciones.
El objetivo de gravar la riqueza en lugar de los ingresos de los superricos es evitar que evadan impuestos trasladando su dinero a través de las fronteras o a paraísos fiscales inaccesibles para las autoridades fiscales de sus países de origen. Además, gravar la riqueza permitiría evitar estrategias de inversión que les permitan aumentar su riqueza sin generar ingresos imponibles.
Diversos expertos han señalado que la tributación actual de los multimillonarios es regresiva, lo que significa que pagan tasas impositivas más bajas que los contribuyentes promedio. Gabriel Zucman, economista y director del Observatorio Fiscal de la UE, ha propuesto la creación de un estándar mínimo común a través de la coordinación internacional para abordar esta regresividad.
Zucman estima que un impuesto anual del 2% aplicado a la riqueza de los aproximadamente 3.000 multimillonarios en todo el mundo generaría ingresos anuales de alrededor de 250.000 millones de dólares.
En una reunión del G20, la profesora del MIT y premio Nobel de Economía, Esther Duflo, respaldó el impuesto del 2% y argumentó que los ingresos deberían destinarse a ayudar a los países pobres en su lucha contra el cambio climático. Duflo afirmó que los países ricos tienen una «deuda moral» de ayudar a los países pobres en esta transición y que exigir que los superricos paguen más impuestos es justo.
Varios líderes internacionales, como el ministro de Finanzas de Brasil y el ministro de Finanzas francés, también respaldaron la idea de una tributación internacional de los ricos como una cuestión de justicia económica y eficiencia.
En resumen, la propuesta de imponer un impuesto global a las ganancias de los superricos no cuenta con el apoyo de la administración Biden en Estados Unidos. Prefieren mantener un sistema de impuestos progresivos basados en los ingresos dentro del país. Aunque algunos líderes internacionales respaldan la propuesta, es poco probable que se implemente sin el apoyo de Estados Unidos.
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